martes, 14 de diciembre de 2010

Mandalas para Navidad


LA FAROLA DE LA NAVIDAD



Era invierno y la nieve cubría las calles de la ciudad. El frío era muy intenso. La mayoría de la gente estaba haciendo sus últimas compras para preparar la cena de Navidad. Entre tanta gente, resultó que una niña pequeña se perdió. Sus padres iban tan preocupados en comprar cosa sy más cosas, que no se dieron cuenta de que se había perdido su hija.

La niña comenzó a caminar sola por la calle. Era tanta la gente que iba por las aceras, que casi la pisaban. Todos iban con prisas, pendientes únicamente de lo que tenían que comprar. Iban cargados de bolsas y paquetes. Nadie se fijaba en ella. Nadie se dio cuenta de que aquella niña tan pequeña iba sola.

Ella se iba parando de escaparate en escaparate. Le atraían todas aquellas luces y todos aquellos regalos. Entre tanto, cuando sus pades se enteraron de que su hija no estaba, comenzaron a buscarla desesperados. Dejaron tirado en el suelo todo lo que habían comprado; y recorrieron las calles preguntando a todos por ella. Pero nadie sabía nada. Avisaron a la policía y se pusieron a buscarla por toda la ciudad.

Se iba haciendo tarde. Las calles comenzaron a vaciarse de gente. Las tiendas cerraron. Todos estaban preparando en sus casas la cena de Navidad. Hacía ya mucho frío. Llegó la media noche y la niña seguía sin aparecer. Sus padres estaban angustiados. Si no la encontraban pronto, moriría de frío.

La niña, cansada de tanto andar, se había sentado junto a una farola. Allí quedó acurrucada tiritando de frío. Algunas personas pasaron por su lado, pero iban tan cargadas de paquetes y regalos, que no la vieron. Otros iban con tanta prisa a celebrar la Navidad, que no se fijaron en ella.

Pero entonces ocurrió algo inesperado. La farola comenzó a hacer más luz de lo normal. El calor que provocaba tanta luz, empezó a calentar a la niña. Cada vez brillaba con más fuerza aquella luz, y cada vez hacía más y más calor. La niña, arropada por ese calor, quedó dormida.

Unos barrenderos que estaban junto a una hoguera, al ver aquella deslumbrante luz a lo lejos, se acercaron allí. Viendo a la niña, la cogieron en brazos, la envolvieron en uno de sus abrigos y la llevaron a la policía. Al dejarla, se marcharon.

Cuando los padres recuperaron a su hija sana y salva, dieron gracias a Dios. Y aquella noche, no necesitaron nada de lo comprado para celebrar muy felices la Navidad, porque tenían lo principal: estaban todos juntos, más unidos que nunca.

martes, 9 de febrero de 2010

San Valentín "La leyenda"

Situémonos: año 270 d.c. Roma está en plena decadencia y toda ayuda es poca para evitar que el Imperio se desmorone. Al emperador Claudio III, que sabe lo que se juega en el campo de batalla, le da por pensar que los hombres casados rinden menos porque están emocionalmente ligados a sus familias, y que los solteros son mejores soldados. Así que prohibe el matrimonio. Por supuesto, la noticia no es bien acogida. Valentín, un obispo cristiano, decide quejarse a su manera y en secreto comienza a unir en sagrado matrimonio a las parejas jóvenes enamorados que a él acudían.
Cuando el emperador lo descubre hace detener a alentín e intenta convencerle para que renuncie al cristianismo. Como no lo consigue lo condena a morir. Durante las últimas semanas de su vida, algo impresionante sucedió: El carcelero, habiendo visto que Valentín era un hombre de letras, pidió permiso para traer a su hija, Julia, para recibir lecciones de él. Julia, quien había sido ciega desde su nacimiento, era una joven preciosa y de mente ágil. Valentín le leyó cuentos de la historia romana, le enseñó aritmética y le hablo de Dios. Ella vió el mundo a través de los ojos de Valentín, confió en su sabiduría y encontró apoyo en su tranquilidad y fortaleza.
- "¿Valentín, es verdad que Dios escucha nuestras oraciones?", Julia le preguntó un día.
- "Si, mi niña. El escucha todas y cada una de nuestras oraciones", le respondió Valentín.
- "¿Sabes lo que le pido a Dios cada noche y cada mañana?. Yo rezo porque pueda ver. ¡Tengo grandes deseos de ver todo lo que me has contado!.
Valentín le contesto:
-"Dios siempre hace lo mejor para nosotros, si creemos en Él".
-"Oh Valentín, yo si creo en Dios", dijo Julia con mucha intensidad.
- "¡Yo creo!".
Ella se arrodilló y apretó la mano de Valentín. Se sentaron juntos, cada uno en oración. De pronto, una luz brillante iluminó la celda de la prisión. Radiante, Julia exclamó:
-"¡Valentín, puedo ver, puedo ver!"
- "¡Gracias a Dios!" exclamó Valentín,.
en la víspera de su muerte, Valentín le escribió una última carta Julia pidiéndole que se mantuviera cerca de Dios y la firmó: "De tu Valentín", iniciando así la tradición de enviar mensajes de amor.
Fue ejecutando el día siguiente, el 14 de febrero del año 270, cerca de una puerta que más tarde fuera nombrada Puerta de Valentín para honrar su memoria. Fue enterrado en la que es hoy la Iglesia de Práxedes en Roma. Se cuenta que Julia plantó un almendro de flores rosadas junto a su tumba. Hoy, el árbol de almendras es un símbolo de amor y amistad duraderos.

ACTIVIDADES
1) En la época actual imagina que tu eres S. Valentín. ¿Qué harías para cambiar el mundo?.
2) ¿A quién tendrías en cuenta en tus oraciones como S. Valentín?
3) ¿Qué le pedirías a Dios?